La Guerra contra las drogas de Richard Nixon fue "declarada" hace ya 52 años. Desde su génesis, y a lo largo de sus cinco décadas de vigencia, los frentes de batalla han mutado tanto como sus héroes y villanos. Para él, salir a trotar por su exclusiva residencial en Tegucigalpa, la tramposa ciudad que lo amaba, no era otra cosa sino un recuerdo de la sencillez del mundo que se perfilaba a dominar. Era un hombre del mar entre continentes; era un hombre de la tierra en Latinoamérica; pero sobre todo era un hombre del aire en Honduras. Y el 5 de abril de 1988, la brisa hondureña y matutina sacudiendo su ropa deportiva sería acaso el último recuerdo que tendría de su libertad. Al regresar a su mansión, al narcotraficante internacional Ramón Matta Ballesteros lo estaban esperando policías y militares hondureños; lo que no era gran cosa, puesto que por sí solos no mordían la mano que los alimentaba. Su problema fue que también aguardaban por él cuatro mariscales estadounidenses, i
El problema de las drogas. Capítulo II: Alguna historia de las drogas (se cierran las puertas del Edén)
Hay drogas que se quedan; y otras condenadas a ser fruto prohibido. Desde el ascenso del café del Infierno al Vaticano, la Corona británica como precursora del narcotráfico, hasta el fracaso de la Ley Seca en Estados Unidos; en este episodio abordamos la arbitrariedad cultural y religiosa con que se han cerrado las puertas del Edén. En llamativa conexión con esta genealogía de las plantas aparece el principal mito cosmogónico sumerio, el de Enki y Ninhusag, que habla del paraíso (dildum) y su pérdida, acontecida cuando Enki, el «Señor de la tierra», se decide a «conocer el corazón de las plantas para determinar su destino», y va probándolas una a una. Esto acarrea la maldición de Ninhursag la diosa madre, que decide «no mirarle con el ojo de la vida». Una vez aplacada, Ninhursag hace nacer a una diosa de los brebajes (Ninkasi), que al fin cura al consumido Enki. De redacción muy antigua (no anterior al 2800 a.C.) y conservado en estado lacunario, el mito constituye claramente el germen